COMPORTAMIENTO Y PRESTACIONES
Gracias a unos asientos que sujetan bien el cuerpo y aunque la posición de conducción no sea realmente deportiva, conducir el C2 VTR como si se tratara de un kart un poco grande es bastante gratificante. Pequeño, ágil y preciso, a las suspensiones firmes une un bastidor que da la sensación de ser realmente rígido por la precisión y rapidez de respuesta. La dirección, con asistencia eléctrica variable, es firme en marcha pero muy suave en maniobras; realmente agradable. En carretera abierta muestra una buena estabilidad lineal, teniendo siempre en cuenta que la distancia entre ejes de 2.315 milímetros es una de las más cortas entre los utilitarios actuales, pero el ruido del motor llega con demasiada potencia al interior perjudicando bastante la comodidad acústica en viajes.
Las vías delanteras y traseras son idénticas, algo que no suele ser habitual, y en contraste con la limitada batalla los ejes son más anchos de lo común entre la competencia, de ahí que el balanceo natural en apoyos fuertes sea bastante limitado. Entre curvas anda el juego y cuantas más mejor para el C2 VTR, que entra con extraordinaria rapidez manteniendo la trazada sin derivas ni movimientos. Tampoco pierde tracción acelerando fuerte a la salida, por lo que se trata de uno de los utilitarios más neutros del mercado.
Eso sí, exige ser fino en conducción alegre y evitar frenar tarde y mal para no sufrir conatos de rebelión en el tren trasero, que con los frenos dotados de ABS solo quedarán ahí. El ESP que montaba nuestra unidad es opcional. Hay que adquirirlo en Pack, con el climatizador, el sensor de lluvia y la pintura metalizada entro otros a cambio de 1.700 euros. Pero aunque la cifra es realmente onerosa resulta más que recomendable para poder disfrutar del coche con mal tiempo. La verdad es que con el suelo seco no entra en acción casi nunca cuando está conectado ni se echa de menos si se desconecta, lo que de nuevo dice mucho de la calidad del chasis, pero cosas que en estas circunstancias propician un comportamiento deportivo de primera suelen perjudicar la seguridad sobre asfalto mojado.
El cambio de marchas exige un tiempo de adaptación, como todas las cosas nuevas, pero cuando se le coge el truco es cómodo y fácil de emplear con los gatillos del volante, pues la palanca selectora queda demasiado baja para usarla rápidamente entre curva y curva. Pensando en lo que podría ser un C2 VTR 16v sin sensodrive, las cifras de prestaciones de esta versión resultan bastante decepcionantes: 10,9 segundos en el 0 a 100 km/h y 32,3 en los mil metros con salida parada. Si tomamos como referencia el motor 1.4 de 75 caballos, que puede adquirirse con y sin sensodrive, comprobamos que la influencia de esta trasmisión repercute negativamente frente al crono. En el 0 a 100 km/h el 1.4 dotado de sensodrive penaliza 1,8 segundos y en el kilómetro con salida parada 1,4 segundos. La velocidad máxima lógicamente no se ve penalizada como sí sucede con los cambios por convertidor de par, en los que se producen pérdidas internas. Por contra el consumo urbano homologado es incluso mejor que con el cambio convencional, algo que sucede generalmente con todos los sistemas pilotados, y según mi cálculo el gasto medio en un recorrido 10% ciudad, 40% carretera nacional y 50% autopista sin buscar altas prestaciones fue de 7,5 litros cada 100 kilómetros, un consumo más que aceptable.
Fuente: www.autocity.com.